Pan de masa madre con aceitunas

No hay nada como el olor del pan recién hecho... seguro que a todos nos ha pasado que estamos caminando por la calle y pasamos por delante de una panadería en la que están horneando pan y aunque no quisiéramos entrar, el olor nos acaba guiando hasta el mostrador. O que vamos a la panadería a comprar una barra y cuando nos la dan, está recién hecha, así que mientras volvemos caminando a casa nos vamos comiendo la puntita y cuando llegamos a casa ¡resulta que nos hemos comido la mitad del pan!

Justamente de eso va la entrada de hoy, ¡pan casero recién hecho!, esa cosa tan irresistible cuyo aroma llena toda la calle o la casa en donde se hace. 

El pan de hoy además lleva un toque muy mediterráneo, olivas o aceitunas, que lo hacen aún más apetecible (si es que es posible).


Sin más que decir los dejamos con la receta de este pan que está para chuparse los dedos.

INGREDIENTES

  • 500gr. de harina de trigo panificable
  • 300ml de agua
  • 9gr. de sal
  • 200gr. de masa madre refrescada (ver proceso en los 20 primeros minutos del vídeo del gurú del pan Ibán Yarza)
  • 60gr. de aceitunas negras sin hueso

PREPARACIÓN

El primer paso es poner en un bol grande la masa madre y el agua, y removerlo muy bien. Añadimos la harina y volvemos a mezclar. Muy posiblemente quede una masa pegajosa y muy húmeda, pero ¡no hay que asustarse! dejamos reposar la masa durante alrededor de una hora, sin la sal, para que la harina se hidrate y para que comiencen a suceder las primeras reacciones químicas de la masa madre.

Una vez reposada la masa, empezamos a amasar bien, unos 5 o 10 minutos. Podemos usar el método de amasado que queramos. Una vez hecho el primer amasado, añadimos la sal y volvemos a amasar repetidas veces, alternando con algunos descansos que también le van muy bien a la masa. Cuando la masa empiece a ser como una bola elástica y lisa, añade las aceitunas, y seguimos amasando. Sabremos que la masa está suficientemente amasada cuando esta supere "la prueba de la membrana": estirando un pedazo pequeño de masa entre los dedos, con suavidad, se debe formar un velo traslúcido consistente antes de empezar a romperse.

Ponemos la masa en el bol grande y lo tapamos con un paño húmedo. Es muy recomendable hacer unos plegados durante esta primera fermentación, cuando haya pasado una hora aproximadamente. Estos pliegues consisten en, sin sacar la masa del bol, plegarla llevando cada punto cardinal hacia el centro y girando la masa para dejar el punto de unión de los pliegues en la parte inferior del cuenco. Tapamos el bol y que siga fermentando.

Pasado el tiempo de la primera fermentación, sacamos la masa del bol y lo ponemos sobre la mesa de trabajo. Le damos unos golpecitos para eliminar el exceso de gas, pero sin pasarse. Le damos una forma de bola rápidamente, volviendo a hacer el pliegue de la masa hacia el centro y dejando la unión boca abajo reposando 15 minutos más.

En este momento, sacamos la masa y la dejamos en la mesa de trabajo, con las uniones en la parte de arriba, partimos la masa en dos partes iguales y formamos dos panes como más nos gusten: en barra, en hogaza, en molde... Nosotros usamos nuestro nuevo banneton para hacer una hogaza, y para la otra pieza optamos por hacer un chusco.

Una vez formados los panes, los tapamos con un paño húmedo y los dejamos fermentar unas 3 o 4 horas, hasta que la masa haya doblado su volumen.

Precalentamos el horno a 250ºC, poniendo un recipiente con agua en el horno para que genere vapor. Cuando el horno esté caliente, bajamos la temperatura a 220ºC y colocamos los panes sobre la bandeja del horno y horneamos durante 45 minutos.

Cuando estén listos, los dejamos enfriar completamente antes de cortarlos, para asegurarnos que la miga queda bien blanda.